¿Pero qué ocurre cuando se abandona incluso la enseñanza secundaria obligatoria? En esta situación están actualmente 504 cordobeses, mayores de 16 años, y para ellos se crearon los llamados programas de garantía social (PGS). En el curso anterior fueron 712 los que se matricularon en dichos cursos.
En la provincia hay 43 centros donde se puede aprender un oficio de los PGS que desarrolla la Consejería de Educación. El objetivo de estos programas es enseñar una profesión a los jóvenes que, habiendo alcanzado la edad máxima de la escolarización obligatoria (16 años), aún no han completado la secundaria.
Sólo en estos casos, los chicos y las chicas pueden formar parte de los programas dirigidos a niños con necesidades educativas especiales.
Los más ofertados
Los programas que más se ofrecen en Córdoba son los de auxiliar de oficina, operario de baja tensión y ayudante de reparación de vehículos. Se complementan con prácticas en el mundo laboral.
En la capital ofertan estos estudios los institutos Gran Capitán, Maimónides, Alhaken II y el IES Trassierra. Al finalizar el programa, el alumno obtiene un certificado de competencia con las horas cursadas y las calificaciones obtenidas.
No sólo los estudiantes de educación secundaria abandonan sus estudios a mitad del curso escolar. Otro caso es el de los universitarios, que cada vez en mayor número, desertan de sus carreras.
Una decisión motivada por diferentes causas que el Plan Nacional de Evaluación de la Calidad de las Universidades, elaborado por el Ministerio de Educación, analiza para valorar la salud universitaria del país.
De la universidad a un ciclo superior
Tamara del Rosal. Estudiante.
«Parece que si no eres universitario, no vales nada»
Con 18 años y sin una vocación muy definida, esta estudiante de Ciencias se decidió por cursar estudios universitarios en la Escuela de Ingenieros Agrónomos. «En dos años sólo conseguí aprobar una asignatura; era moralmente frustrante», explica Tamara del Rosal, «por lo que decidí dar un giro radical y me apunté a un ciclo de grado superior». Ahora estudia Análisis y control, en el IES Maimónides, y con 22 años será técnico de laboratorio. «En mi clase hay ex universitarios y gente que viene del bachillerato –comenta Tamara–. Quizá esté sobrevalorada la educación universitaria y a lo mejor te ves obligado a meterte en una carrera porque socialmente parece que o eres universitario o no vales para nada». Lo que más valora de su nueva formación es su cariz práctico.
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